Regresé de Punta Marenco a San José el sábado 3 de marzo, viendo el eclipse lunar. Empaqué y al día siguiente, domingo, salí de gira a las 7:30am con mi hermana Eugenia. Ella es guía turística y tenía un grupo, por 10 días, de 33 ingleses. No tenía ayudante y yo me ofrecí de voluntaria y ella me aceptó.
De lo que más disfruté del viaje fue de verla actuar de manera súper profesional: cariñosa, maternal, eficiente y efectiva, paciente. Además, conoce a la maravilla la vegetación y los animales, hasta los pájaros!! Simpatiquísimo que de camino al aeropuerto sugirió parar en un parque que tiene lechuzas y perezosos residentes, y ella sabía que tenía que contactar al señor que vende los copos para que nos informara adónde estaban los animales en ese momento!!! Casi como de caricatura. Luego nos llevó a una tienda de souvenirs donde dos mujeres indígenas estaban haciendo molas.
Fue muy agradable que los clientes llegaran a comentarme que seguro estaba muy orgullosa de ser hermana de ella, que era la mejor guía que habian tenido, y estar de acuerdo con ellos. Cansado eso de ser guía, eso de ser la garante del disfrute de las personas, eso de ser la que resuelve todo, eso de ser la que hace que le vaya bien a todo el mundo, eso de ser la resolverdora de todos los problemas. Impresionante ver a Eugenia, mi hermana, hacer estas cosas.
Detalles de este grupo de personas:
-ingleses de mínimo 50 años (los acompañantes pueden tener 40). Gran cambio luego de viajes principalmente con mochileros, con edad promedio de alrededor de 25 años.
-se visten TODAS las noches, con alguna ropita un poco más arreglada. Ni les cuento el tamaño de maleta que tuve que llevar! Nada de mochila esta vez!
-la mayoría parejas, algunos viudos y/viudas,
-casi no hablan de sus enfermedades: que la artritis, que el dolor, que la espalda, etc. etc. Encuentro que los ticos nos quejamos o rajamos más de la salud o la falta de esta. La persona que más reclamó era una esposa, la más joven, de 47 años, que era alérgica a todo y le dolía la espalda. Creo que uno de los señores tenía Parkinson, pero no lo oí quejarse de nada en ningún momento. Impresionante verlo a él y a su esposa solos haciendo kayak en el Lago Arenal.
-sin embargo, gran dependencia en la guía y algunos bastante “necios”: habia que hacer todas las comunicaciones con el hotel (aunque todo el personal hablaba inglés); no querer quedarse en una habitación porque está sucia (unas telarañas arriba en el techo, donde nadie ni las ve); dolor de espalda crónico pero no traen almohadas especiales para las largas distancias en el bus; no saben cómo hacer que el agua salga arriba en la ducha; no saben cerrar la puerta de la habitación (dándole vuelta a la perilla desde adentro); no pueden pedir té para su máquina de café en el cuarto; no se acuerdan de qué tenían que llevar; reclaman porque salimos muy temprano, porque salimos muy tarde, porque la habitación tiene mucha luz, … muy poca luz. En algunos casos parecían como con mucha edad pero no muy adultos, queriendo que alguien se encargara de ellos. Por otro lado había personas como nosotras, encargadas de sí mismas y de todos los demás. Um… difícil…
-son súper atrevidos, mayores de 50 años (algunos de 80), que hacen todo tipo de actividades, se consideran vigentes, viajan a un país del tercer mundo donde no hablan el idioma, …. Comentando con algunos de los turistas sobre esto, coincidimos en que hemos tenido una buena vida y que ahora nos podemos dar el lujo de hacer cosas que antes hubiéramos considerado “locas”, aunque nos dé miedo. Acompañada por ellos y por Eugenia, me atreví a hacer cosas que no había hecho en la vida:
1. me tiré en un “zip line”, (esos cables a los que uno va sujeto con unos tirantes en las piernas, y usa una polea para deslizarse) por primera vez. Lo logré gracias a Eugenia, que fue una excelente facilitadora, una catalista de primera: me dio la oportunidad de tomar el puesto que ella normalmente toma, su espacio y me dio a mí y a los demás el espacio para que resolviéramos si queríamos hacerlo o no, que compartió con nosotros su experiencia de la primera vez que lo hizo, que todo el tiempo dijo que una podía cambiar de parecer, que nunca presionó, etc. Al inicio de la gira pensé que nunca lo lograría hacer, que no lo quería hacer, que mi vértigo era increíble. Me tiré, pasando encima de las copas de árboles, en cables de mas de medio kilómetro de longitud, a alturas a veces superiores a los 200 metros, encima, muy encima de los árboles, consciente que no podía concentrarme en cómo actuar en caso de un accidente sino en lo positivo del asunto y en el privilegio de estar en esta experiencia. Aunque no lo creo, me deslice con los ojos abiertos!!!
2. fui guía en puentes colgantes: disfrutando y con confianza, sin vértigo otra vez. Voy a redefinirme: tuve vértigo, me dan miedo las alturas pero ahora puedo manejarlas la mayoría de las veces.
3. hice kayak en el mar. Le pedí a Eugenia que me acompañara, que nunca antes lo había hecho, y hasta disfruté del ritmo y del ejercicio.
4. fui en una balsa bajando el río Corobicí, con rápidos aunque muy pocos, con una dificultad mínima, con una de las rutas más seguras que hay, pero que antes no me había atrevido a hacer esto. Creo que el estar de ayudante de guía, traduciendo me ha permitido estar con la cabeza ocupada, sin mucho tiempo para pensar en posibles tragedias.
5. por primera vez me dediqué a observar pájaros y a disfrutarlo. La mayoría de los ingleses (posiblemente por tradición), disfrutan de este “deporte”. Ya casi puedo identificar algunos pájaros, sobre todo las loras y los pelícanos!!!El viaje ha estado otra vez lleno de “instantáneas”, de momentos que “make my day”, que le recuerdan a una el significado de la vida:
-el volcán arenal totalmente despejado, elegante, estético
-una placa en el Eco Lodge, a la par de la Laguna Coter, por el Lago Arenal, que pertenece a un consorcio norteamericano¡¡¡¡ que fue hecho con fondos de la AID!!!
-río abajo en la balsa en el Corobicí, una pluma flotaba largo rato sobre el río, sin decidirse a caerse, bailando con el viento;
-en los puentes colgantes de Arenal, una pequeña bocaracá amarilla, serpiente venenosa, dormía plácidamente en una hoja, hecha un ovillo;
-ver lapas rojas, hasta la saciedad, una pareja, dos parejas, tres parejas, cuatro… en el nido, con pichones, volando, llamándose. Primero pensé que eran tan espectaculares que parecían inventadas por humanos y luego llegué a la conclusión inversa. Me encontré una pequeña pluma azul con negro y quiero suponer que vino del ala de una de ellas. (foto no es mia, lastima)
-la cara de asombro de una persona cuando hace snorkel por primera vez.
-una ranita amarilla, en mi cuarto en Villa Lapas (cerca de Jacó), viendo mi dedo:
-un arco iris a ras del suelo, perfecto, en el río Tárcoles, luego de una tormenta de lluvia inesperada en el “verano” tropical
-en Villa Lapas, dos libélulas grandes cortejándose, metiendo la cola al agua y luego apareándose, formando casi un cuadrado perfecto.Bueno, un abrazo a todas y todos. Nos hablamos luego. Silvia