Hola todos y todas,
Mi amiga Roxana Arroyo quería celebrar su cumpleaños (6 de febrero) en el Cerro Chirripó, (el de mayor altura en Costa Rica) y me invitó a acompañarla. Yo acepté encantada, aunque todavía un poco nerviosa de si iba a poder subir bien los 14.5 Km. Pensé que por ser la segunda vez que lo hacía, la subida iba a ser más fácil, pero aun cuando me costó menos en algunos trechos, el final fue igual o más duro. Esta vez estaba seco, más fácil en el sentido de que no había que tener cuidado con el barro, pero el sol estaba fuertísimo y aun cuando salimos como a las 4:30am, a partir de media mañana fue muy cansada la subida. Al estar más despejado, las noches fueron más frías y en los amaneceres había hielo como plumas en el suelo.
Al la mañana siguiente nos levantamos bien temprano y fuimos a ver el amanecer a los Crestones, formación rocosa enfrente del albergue. Son los “gigantes de piedra” que cuidan esta zona.
Sí debo de confesar que consideré que era suficiente ejercicio y no subí el cerro Chirripó, cosa que sí hizo Roxana que obviamente está en mucho mejor condición física que yo.
Yo me senté a disfrutar del paisaje, nada más.
El tercer día bajamos y nos quedamos esa noche a dormir en San Gerardo de Rivas, último pueblo antes del Parque Nacional, en un hotel rústico precioso llamado Casa Mariposa. Los dueños, pareja gringa-checa, se van y uno queda en control de toda la casa, con la cocina incluida.
A finales de febrero me fui con un grupo de excompañeros y excompañeras de la Escuela de Ciencias de la Computación e Informática de excursión al Volcán Turrialba, el que no conocía. Los paisajes para llegar, a través de fincas lecheras, en verano, fue muy agradable a los sentidos, hasta el gusto, pues nos detuvimos a comprar excelente queso de la zona. Dejamos los autos como a 3.5 Km del cráter y caminamos. El día estaba despejado, de verano, un placer.
El 28 de febrero, 1 y 2 de marzo, con la luna casi llena, con mis amigos de Computación, Gabriela Marín, Lidia Arévalo y Sanders Pacheco, fui por primera vez a la zona sur de Costa Rica. Sanders, al introducirme a esa zona, me regaló un anzuelo para pescar, no el pescado… me abrió una zona nueva para mí, que me fascinó. Mil gracias.
Fuimos en auto hasta el Río Sierpe donde tomamos un bote que nos llevó a Punta Marenco, donde nos hospedamos. Como el hotel queda sobre una loma, teníamos una vista excelente del mar y de la Isla del Caño. La tarde que llegamos nos fuimos a bañar a la desembocadura del Río Claro, pequeño, profundo, con aguas más frías que el mar, lo suficientemente claras como para poder ver los peces con máscara de snorkel.
A la mañana siguiente fuimos de paseo a la Isla del Caño
Hicimos snorkel en sus súper transparentes y claras aguas. Posiblemente por esto y por ser relativamente profundo, estas son las aguas más azules que he visto en mi vida. El sitio de buceo excelente: formaciones rocosas con mucho coral y peces tropicales de todos los colores y formas. Vi un tipo de “box fish”, tamburil, que no conocía: negro con puntos blancos arriba. Precioso!!! No he aprendido a dibujar todavía así es que no se los puedo enseñar.
En la isla, Sanders nos guió a la zona arqueológica ceremonial, arriba de la montaña. Este es el único lugar, aparte de Palmar, donde están localizadas las bolas de piedra hechas por los indígenas.
De regreso paramos en el Cerro Linda Vista alias el Cerro de la Muerte

Los ingleses tienen una expresión que me gusta: “This makes my day”, algo hace que el día valga la pena, algo le confirme a una que vale la pena estar viva. En los últimos años he creído que la cotidianeidad es mi razón de vivir. A veces hay momentos, detalles, que me muestran o confirman esto claramente. Tristemente, en la mayoría de los casos es imposible tener una foto física de estos momentos y solo se tiene la que uno conserva internamente. Llamaré estos momentos “instantáneas”:
-de regreso a Sierpe, dos delfines, uno pequeño y otro con pintas blancas, nos acompañaron largo rato, sin hacer maromas ni un espectáculo, sino nadando bajo el agua enfrente al bote, como jugando con nosotros o guiándonos. Muchas gracias a estos delfines;
-una flor preciosa en el parque de Palmar Sur:
-ver, desde el balcón del hotel en Punta Marenco, en la madrugada la puesta de luna, “alunizaje”, en un mar tranquilo que sirvió de espejo a la luz de la luna. Al atardecer, las preciosas puestas de sol;
Bueno, quiero subir esta carta lo antes posible pues luego me fui de gira… e hice cosas que nunca había hecho antes!!! Me estoy atreviendo más. Un abrazo grande. Silvia
No comments:
Post a Comment